huevos

Fotografía Juan Carlos Mendizabal

Mi paseo diario por el jardín de casa, hoy me dió un tremendo susto. Acostumbrado a parlotear con las flores de los maceteros, hacerles una pequeña caricia a sus pétalos que se resisten al otoño, me acerqué como de costumbre al que aún conserva margaritas despiertas.

Empezaba a posar mis manos y de súbito, de entremedio, salió un pajarillo volando. Su aleteo obviamente hizo ruido, al alejarse casi entre mis manos.

No fué sino una señal de purísimo amor. Aquella pequeña avecilla había anidado entre las flores que yo también cuidaba con purísimo amor.